domingo, 18 de mayo de 2014

¿Cómo estimular el lenguaje oral en los niños?

Ejercicios para la estimulación del habla

La importancia del entorno familiar: claves para favorecer el desarrollo. La familia, como marco de referencia y elemento esencial del entorno del niño/a es, conjuntamente con la escuela, el principal agente de la práctica totalidad de los aprendizajes. El aprendizaje lingüístico no puede sustraerse a este principio por dos motivos fundamentales: por un lado, conviene recordar que las personas (salvo excepciones) pasan la mayor parte de su infancia junto a su familia; si a esto añadimos la gran influencia que ejercemos sobre hijos e hijas con nuestras actitudes y conductas, quedará claro el papel clave que desempeña la familia en el desarrollo comunicativo de las personas. Por tanto, nadie mejor que la propia familia para, con una serie de principios y pautas fáciles de llevar a la práctica a la hora de comunicarse con sus hijos e hijas,convertirse en un elemento vital para el buen desarrollo del lenguaje. Con ese obje- tivo proponemos una serie de orientaciones precisas que se antojan claves para facilitar una evolución lingüística adecuada, en una doble vertiente: expresiva y comprensiva. Por ello, debemos poner la máxima constancia y cuidado en todos los momentos de esta etapa del desarrollo humano. ● Cuando nos dirijamos al niño o niña procurar hacerlo con la mayor claridad posible, pausadamente y sin elevar la voz, de forma que le facilitemos nuestro código de lenguaje adulto a sus capacidades; lo cual no quiere decir que empobrezcamos nuestra expresión o hablemos de forma infantil, sino más bien el hacerlo de forma ajustada y precisa. ● Dedicar el mayor tiempo posible a hablar con su hijo/a. Háblele de cosas que le interesan (juegos o programas favoritos, escuela, amigos,etc.), procurando el intercambio comunicativo. No buscar excusas del tipo “no tengo tiempo”: siempre hay, aunque sean unos minutos diarios,un momento para ese intercambio. Él lo necesita. Es importante que la familia disfrute de esa comunicación, propiciando un ambiente distendido y agradable que posibilite ese intercambio. ● En el mismo sentido, déjelo expresarse y que se sienta cómodo y seguro al hacerlo; muéstrese paciente y atento a lo que nos cuente, intentando provocar el máximo número de intervenciones por su parte. El lenguaje es como un motor que hay que poner constantemente en funcionamiento para que sus piezas estén a pleno rendimiento. ● Evite hablarle en ambientes ruidosos, ya que el ruido distorsiona la comunicación. ● Procure que la televisión no sustituya nunca el diálogo con su hijo/a. Bien utilizada y en su compañía puede resultar un buen medio para enriquecer su lenguaje; pero su uso indiscriminado puede frenar o disminuir la iniciativa para comunicarse con el entorno. PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA ● Aproveche cualquier circunstancia y ocasión, de forma natural, para enseñarle cosas y palabras nuevas: en el baño, la cocina, comentando las ilustraciones de un libro o un álbum de fotos, un paseo por la calle, etc. Comente cada cosa del entorno que llame su atención, explicán- dole cómo se llama, para qué sirve, etc. ● Puede ayudarle a que construya bien las frases haciéndole preguntas del tipo: “¿Cómo se llama?”, “¿para qué sirve?”, “¿quién?”, “¿cómo?”, “¿dónde está...?”, etc. ● No le interrumpa o censure cuando nos cuente algo aunque no lo haga de forma muy clara. Si no lo dice correctamente debemos limitarnos a pronunciarlo de forma lenta y clara; si continúa sin hacerlo bien no se preocupe: es cuestión de tiempo. ● No permita que, por comodidad, deje de pedirnos lo que quiere o nece- sita; no nos anticipemos a su voluntad o a lo que quiere decirnos. Cuando pida las cosas a través de gestos hay que esperar a que diga lo que quiera. Hablar aunque lo haga mal. ● No le imite si pronuncia algo incorrectamente aunque pueda resultar gr acioso: ello refuerza una conducta negativa y puede influir en retrasos del habla. ● Huya de conductas excesivamente proteccionistas. Por ejemplo: darle de comer cuando es capaz de hacerlo por sí mismo. Puede que, de fo r ma inconsciente, haga la siguiente lectura de la situación: “Si mi mamá me da de comer todavía con la cuchara es porque soy pequeño; entonces debo seguir hablando como un niño pequeño...” Dotarle de toda la autonomía posible en este tipo de actividades cotidianas le ayu- dará a que madure su personalidad y, por tanto, su lenguaje. ● Resulta positivo, siempre que no se le fuerce a ello, invitarle a la comu- nicación con otras personas, así como adquirir ciertos compromisos tales como pedir algo a una persona adulta, hacer algunos recados o compras, etc. Estaremos incidiendo en la verdadera esencia del len- guaje: su uso en sociedad. ● Muchas personas adultas aprendimos en buena medida a hablar y a sentirnos más felices cuando de niños/as nos contaban cuentos nues- tros mayores. Recuperar esa hermosa costumbre, si es que la ha olvi- dado, resulta interesante, ya que un cuento o una pequeña historia aporta valores importantes al lenguaje infantil en cuanto a vocabulario, construcción de frases, ritmo, musicalidad, etc. ● Evitar las comparaciones con otras personas de su edad. A menudo el profesorado escucha cosas como “mi otra hija comenzó a hablar antes...”, o “creo que mi niño habla peor que sus amigos”; recuerde que cada persona es única y que su evolución y tiempo de maduración podrá ser similar a la de otras, pero nunca idéntica. Si sospecha un retraso que objetivamente aleja de forma considerable el lenguaje de su hijo respecto a la media de su edad, no dude en consultar a un espe- cialista en la materia.

¿Para que hay que trabajar la inteligencia emocional con nuestros hijos?

1- Introducción Cada vez son más los autores que exponen y defienden la necesidad de un trabajo de reconocimiento de las propias emociones y la de los otros como mecanismo fundamental para enseñar a nuestros hijos y alumnos a crecer como personas psicológicamente sanas y adaptadas a su entorno social. Algunos modelos teóricos como los planteados por Howard Gadner en su modelo de Inteligencias múltiples, asume que la Inteligencia no es algo unitario o a la que podamos dar un único valor general, sino que debemos entenderla como un complejo de varios factores susceptibles de ser analizados independientemente. Según este modelo, el que un alumno tenga unos brillantes resultados académicos no es condición suficiente para asegurar de que dicha persona pueda desenvolverse en la vida eficazmente a otros niveles (profesional, social, sentimental, familiar, etc.). El autor describe 9 tipos de Inteligencia diferentes pero, a diferencia de otros modelos que intentan evaluarla, el autor describe 2 tipos de marcado perfil emocional: La Inteligencia Intrapersonal y la Inteligencia Interpersonal: • Inteligencia intrapersonal: permite entenderse a uno mismo, detectar las propias emociones y gestionarlas. • Inteligencia interpersonal: es la que tiene que ver con la capacidad de entender a otras personas y trabajar con ellas, es decir, con lo que denominamos empatía. En definitiva, Gadner intuye que en la construcción de la Inteligencia Humana, la capacidad de regular las propias emociones y sentimientos y la comprensión de la de los otros constituyen también unos parámetros esenciales. La conclusión es que el trabajo y la enseñanza en el terreno emocional, también desde los colegios y escuelas a edades muy tempranas, suponen una inversión esencial para los resultados educativos futuros de nuestros alumnos, no tan sólo en el terreno académico o intelectual sino en el desarrollo pleno como personas en un entorno social, minimizando o efectuando una acción preventiva sobre trastornos emocionales y/o conductuales. En esta página expondremos algunas ideas para trabajar las emociones en entornos colectivos o escolares. 2- ¿Qué son las Emociones? La Inteligencia Emocional pues sería la capacidad de entender, tomar conciencia y manejar nuestras emociones y las de terceras personas. Pero ¿qué son las emociones realmente? La emoción es básicamente un sentimiento subjetivo privado, pero también la expresión o manifestación de respuestas somáticas y autónomas específicas (el corazón late más deprisa, las palmas sudan, aparece la risa o el llanto, etc.). Igualmente pueden considerarse un conjunto de acciones para defenderse o preparar el ataque ante posibles amenazas y, por tanto, con un alto valor adaptativo como apuntó en su momento Charles Darwin. Este mismo autor describió las 4 emociones primarias que consideraba que eran innatas al ser humano ya que se daban en todas las culturas e incluso en personas ciegas y que, por tanto, no habían podido ser aprendidas. Estas eran: 1-Cólera o Ira 2-Alegría 3-Miedo 4-Tristeza Posteriormente, en lo que algunos autores denominaron secundarias, se describieron cuatro emociones más: 5-Amor (Enamoramiento) 6-Sorpresa 7-Vergüenza 8-Aversión Pese a estas divisiones iniciales no cabe duda en que las diferentes emociones no son compartimentos estancos y nuestro estado emocional siempre es fruto de una mezcla peculiar de todas ellas con diferentes pesos específicos según nuestro temperamento y experiencia vital. Sea como fuere el aprender a identificar y controlar nuestras emociones es un paso previo para lograr una buena Inteligencia Emocional. 3- La Inteligencia Emocional en el aula El término Inteligencia Emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey y John Mayer, quienes la definen como: "la capacidad de controlar y regular las emociones de uno mismo para resolver los problemas de manera pacífica, obteniendo un bienestar para sí mismo y para los demás". Posteriormente, Daniel Goleman describió, basándose en sus propios estudios, la Inteligencia Emocional como un importante factor de éxito afirmando que básicamente consiste en la capacidad "aprensible" para conocer, controlar e inducir emociones y estados de ánimo, tanto en uno mismo como en los demás. Ya hemos comentado que la Inteligencia Emocional tiene como sustento al carácter multifactorial de las inteligencias de Gadner y en ella se analizan dos inteligencias que tienen mucho que ver con la relación social: La Inteligencia Intrapersonal y la Inteligencia Interpersonal. Veamos ahora cada una de ellas en el aula.